Llegué a Buenos Aires ayer a la noche, sin tener idea de lo que estaba pasando. Esta mañana fui a la Plaza de Mayo. Como cada vez que hay mucha, pero mucha gente junta en un lugar público -y, de todos los lugares posibles, en esa plaza-, la energía que se genera es en cada oportunidad única e irrepetible. Esta mañana, muy temprano, había tristeza, claro, pero había algo mucho más importante; una sensación que me parece que habría que contar entre los mejores legados de una figura que, mal que les pase a unos cuantos, deja varios, y de los que valen. Lo que había hoy en la Plaza de Mayo era gente que se encontraba para abrazarse, para sentir el calor de otros en un momento que para algunos será de dolor, para otros de incertidumbre. Lo extraordinario del asunto es que lo que unía a toda esa gente -otra vez, mal que les pese a algunos- era la política.
Sobre todo por eso -todo lo demás se seguirá discutiendo largo tiempo- gracias, Néstor.
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