Entiendo que si Barack Obama pudo ganar el Premio Nobel de la Paz un día antes de enviar más tropas a Afganistán, la elección de Mario Vargas Llosa para el galardón literario de este año no debería sorprender a nadie. En todo caso, en una librería perdida en algún lugar de Italia, me encuentro con un librito casi secreto de J. R. Wilcock y abro una página al azar. Traduzco rápidamente:
No hay motivos para lamentarse: la injusticia es el justo castigo para quien se somete al juicio de sus inferiores.
El novio seguirá esperando en el altar, Mr. Zimmerman.
3 comentarios:
No caigas en la trampa! Lo importante de los premios es que no importan en ningún caso.
yo sólo leí La ciudad y los perros... y a mí me resultó fascinante... importa que el tipo sea un idiota?
A Miss Boa: tenés razón, no importa (de lo contrario, sólo podríamos leer muy, pero muy pocos libros).
A Martín: muy cierto. No hay que ponerse paranoicos... eso es lo que ELLOS quieren.
:-)
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