lunes, 9 de marzo de 2009

Mi enfermedad

Supongo que será un indicio más del inclemente paso del tiempo, pero antes, cuando me enfermaba, me sentía más joven: era como si sufriera una especie de regresión, de pronto sin preocupaciones, cuidado y mimado por familiares y amigos, atendido hasta en los más pequeños detalles. En cambio ahora, cada vez que me enfermo me siento más viejo. Los cuidados y los mimos siguen estando, ese no es el problema. Intuyo que lo que cambia es lo que nos espera, después de una determinada edad, del otro de la lado de la burbuja, una vez terminado el período de convalecencia. No es lo mismo recuperar la energía para un partido de futbol que para uno, dos, muchos trabajos y responsabilidades.

Por lo pronto, el programa contó en su última emisión con el debut en la conducción de Mariano Moruja, con la invalorable colaboración de Silvia Dabul. Muchas gracias a ellos y a los invitados de ayer por el aguante. La verdad es que a mí me vino bárbaro para descansar y empezar a recuperarme. Pero también me sirvió para advertir hasta qué punto estudio de noche es un programa comprometido con las actuales tendencias en el mundo del arte y de la cultura.


Tal vez recuerden que, hace un par de años, el holandés Martijn Hendriks armó un módico escandalete por eliminar de la película Los pájaros a todos… los pájaros. En aquél momento, lo que más disfruté de la intervención fueron las reacciones de los conductores de los noticieros, totalmente escandalizados. Nunca logré saber si esa indignación era genuina o fingida. Es que, si fuera genuina, ¿por qué habrían de estar tan escandalizados precisamente los conductores de los noticieros? ¿Es eso un tema que genera indignación? Uno puede con cierto asidero preguntarse cuál es el sentido (artístico, se entiende) del trabajo de Hendriks, pero incluso si no comparte las motivaciones del artista, la indignación no parece una reacción apropiada. Es decir: ni siquiera puede decirse que “arruinó” el original, puesto que la película de Hitchcock sigue allí, con todos los pájaros en fila.

Lo que es aún más inquietante es la opción de que se trate de una indignación fingida, porque entonces: ¿fingida para qué? Y, sobre todo, ¿para quién? Porque está claro que todo engaño tiene al menos un destinatario, en función del cual el farsante echa a andar la farsa. ¿A quiénes pretendían engañar estos muchachos? Es un misterio. O tal vez no tanto, si se repara en el tristísimo lugar que hoy ocupan los noticieros en todo el mundo…

En cualquier caso, Hendriks no está solo. De los intentos por eliminar a los protagonistas de sus historias, el que parece mejor logrado (y hasta cuenta con el beneplácito del creador del original) es el que puede verse aquí, con una introducción que promete “revelar la angustia existencial de un tal Mr. Jon Arbuckle. Se trata de un viaje a las profundidades de la mente de un solitario joven cualquiera, mientras pelea una batalla imposible contra la depresión y la soledad en un tranquilo suburbio americano.”



Paranoia is total awareness decía alguien que podría haber sido Philip K. Dick. Una frase genial y, sì, paranoica, que podría traducirse como “La paranoia es el total estado de conciencia.”

O bien esta otra traducción, más heraclítea: “La paranoia es la conciencia de todas las cosas.”

Yo prefiero esta otra definición:

“No seas paranoico: eso es lo que ellos quieren.”

Nos vemos la próxima.

Si “ellos” quieren.

1 comentario:

Silvia dijo...

Salud, amigo...que te recuperes pronto. Un beso