Algunos anacronismos resultan interesantes para comprender dónde estamos, cuánto se avanzó en algunas cosas y cuántas otras quedan, todavía, pendientes. Digo esto porque somos muchos (demasiados, dirán algunos, probablemente con razón) los que hacemos uso de herramientas como ésta para escribir, cada tanto, opiniones, pareceres, comentarios, alguna que otra consideración intempestiva. Hace treinta y dos años, cuando los blogs no existían, Rodolfo Walsh envió a las redacciones de los principales medios su Carta abierta de un escritor a la Junta Militar. Y muy probablemente, esas palabras no habrán sido recibidas del mismo modo en todas las redacciones, como bien apunta J. M. Pasquini Durán en esta columna.
No es cuestión de caer en simplificaciones, pero no me parece tan descabellado suponer que hay una continuidad, un puente tendido desde esa carta fechada el 24 de marzo del '77 hasta estos días, en los que tibiamente comienza a insinuarse una discusión respecto de la tan mentada Ley de Radiodifusión. Y es que, si algo debería quedar claro después de leer la Carta de Walsh, es que la libertad de expresión no es un derecho de los periodistas, sino un derecho de los ciudadanos. Desde luego, también de los periodistas, en tanto ciudadanos, pero en cualquier caso, es evidente que la prensa es más libre cuantas más son las voces presentes en los medios, y menos libre cuando dos o tres megacorporaciones tienen a su cargo radios, diarios y revistas. Y sin embargo...
... Sin embargo, parece que algunas cuestiones todavía tienen que ser explicadas y, sobre todas las cosas, defendidas. Y más todavía, no se puede olvidar ni por un momento que, incluso las nimiedades que en este y en tantos otros millones de blogs y sitios de toda laya que pueblan un espacio -digámoslo una vez más- público, exigen una cierta cuota de compromiso y de responsabilidad. Está muy claro que ningún blogger es Rodolfo Walsh. Por el compromiso, desde ya, pero también -y esto tampoco es un dato menor- por la extraordinaria calidad de su escritura. Pero me pregunto si muchas de las cosas que hoy damos por sentadas no serán una conquista que les debemos a los que pelearon por ellas.
Me pregunto también si no habrá algo de contradictorio en el hecho de decir todas estas cosas y pasar la tarde y la noche en un recital, saltando con Kraftwerk y Radiohead. Y me acordé entonces de esta canción de Silvio Rodríguez y en que, al final de cuentas, es cierto: les debemos tantas cosas a tanta gente.
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