martes, 13 de enero de 2009

Cazafantasmas


De todas las posibles interpretaciones de Hamlet, las más interesantes son las que buscan su clave de lectura en la aparición del fantasma: no sólo por la posibilidad de que se trate en última instancia de una creación del propio Hamlet -algo que, en cualquier caso, es la única opción posible, a menos que uno crea verdaderamente en los fantasmas- sino, y muy especialmente, por los interrogantes que esa creación sugiere. Se sabe que Hamlet simula su locura como parte de su plan de venganza, pero... ¿cuándo comienza verdaderamente esa simulación? ¿La aparición del fantasma de su padre debe incluírse en ese plan o es, como parece a primera vista, lo que determina a Hamlet a llevarlo adelante? O bien, como lo expresa claramente Bart Simpson en esta notable adaptación del clásico de Shakespeare: ¿Could that fat ghost be telling the truth? ("¿Estará ese gordo fantasma diciendo la verdad?")

Lo más interesante del asunto es que la respuesta, en cualquier caso, la da el propio Hamlet en uno de sus arrebatos de locura: "Palabras, palabras, palabras", dice, y esas textuales palabras recupera Nicolás Casullo en su Peronismo. Militancia y crítica, que alguna vez mencioné ya en este blog. Es precisamente ahí, detrás de las palabras -y no sería entonces tan extravagante el hecho de que el veneno que mata al Rey se introduzca precisamente por los oídos- que hay que buscar la clave del asunto. Y si Bart Simpson les resulta un improbable Hamlet (digan lo que quieran, a mí me resulta mucho más creíble que Mel Gibson), qué decir de la propuesta de Casullo, que se pregunta en una poderosa carta escrita en 1974, incluída en el libro, si no habrá que ver en Perón, como creen algunos, "un insólito Hamlet dado vuelta como un guante." Perón como un enigma a resolver. Ser o no ser peronista como la pregunta fundamental para los militantes de izquierda que ven cómo el mítico líder se convierte poco a poco en un fantasma que deja el poder (años out of joint en los que, sin ninguna duda, "había algo podrido" en la Argentina) en una pareja oscura, una Gertrudis y un Claudio tercermundistas, grotescamente trágicos. ¿Hamlet y Perón, un sólo corazón? Explica Casullo:

Como si en la historia de Shakespeare, desde lo que sucedió en la explanada e involucra a los amigos del príncipe, la palabra y la figura de Hamlet se nos revelase en un momento falsa. Es decir, una empresa que no apunta donde dice Hamlet. Un objetivo que no busca lo que él insinúa. Ni se encamina a una venganza asumida. Imagino a un Hamlet traidor a su propia causa. Asesino de su padre. Que trama, con un actor de la troupe de teatro, el personaje de la sombra del padre (...) Hamlet, una suerte de Macbeth pero infinitamente solapado.

En este contexto, la frase de Cooke respecto del "hecho maldito del país burgués" suena poderosamente shakespeareana. El peronismo, y fundamentalmente la figura de su líder, ese padre cuyo fantasma reaparece una y otra vez para exigirles a sus descendientes, si no venganza, al menos lealtad, es sin ninguna duda el desafío más grande para cualquier analista, historiador, filósofo o poeta. Las claves de interpretación posibles son, como para Hamlet, muchas. La historia es igualmente trágica, y también tiene sus propios Rosencranz y Guildenstern, personajes tan pequeños que su cercanía a los verdaderos protagonistas termina por destruír, reducirlos a un modesto pie de página.

Resulta revelador, en cualquier caso, complemetar las palabras de Casullo, palabras urgentes, escritas en el fragor de los años de militancia, con el monumental trabajo de Horacio González, Perón. Reflejos de una vida. Monumental por su extensión, pero fundamentalmente por su fenomenal capacidad de extraer de las palabras con las que se fue forjando el derrotero del peronismo todos los significados posibles, todas sus complejidades (habría que decir "contradicciones", si se le quitara a esta palabra su pátina de moral y se la redujera a su núcleo, más que lógico, metafísico). Escribe González:

El peronismo son cartas. La historia de la civilización, quizás, es un manojo de cartas. Cartas clandestinas, cartas perdidas, cartas chamuscadas. Cartas de amor que buscan que la mediación de la escritura no las convierta en signos inevitables de impostura o artificio. Es que la escritura es un fingir necesario, y el fingimiento es el precio para ver belleza en una de las mayores rutinas espirituales concebidas por la cultura.

Casullo dijo en una conferencia que los buenos libros se reducen a "dos o tres grandes ideas y el resto... bueno, el resto es un libro" (otra vez las resonancias shakespeareanas), y en ese sentido Perón. Reflejos de una vida es un libro extraordinario, porque prácticamente en cada página es posible encontrarse con una de esas ideas que justificarían una discusión extensa. Pero si aquí incluyo el párrafo anterior es porque en él aparece, otra vez, la idea de la impostura. Y el esfuerzo de comprensión de la realidad como un trabajo, en última instancia, de crítica textual. Hamlet, otra vez. "Palabras, palabras, palabras".

No sé si el libro de González puede recomendarse como lectura para la playa. Pero hay que recomendar su lectura, de cualquier manera. Lo mismo puede decirse del segundo número de la revista El rio sin orillas, entre otras cosas porque incluye una entrevista muy extensa y muy, muy interesante con Eduardo Rinesi, que es el autor, entre varios otros libros, de uno que remite a todas estas cuestiones: Política y tragedia. Personalmente, recuerdo una clase de Rinesi en la que mencionó el célebre comienzo del Manifiesto Comunista ("Un fantasma recorre Europa...") como un ejemplo de la incidencia de Shakespeare en el pensamiento político.

Así que Shakespeare, Marx, Perón y Los Simpsons. Si les parece que algunas de estas comparaciones son forzadas... tienen razón.

2 comentarios:

Gustavo Fernández Walker dijo...

Esto de dejar un comentario en la propia entrada es lo más lóser (así, castellanizado y con acento en la "o") que le podía pasar al blog, pero bueno. Es la forma que se me ocurre ahora de agregar un post scriptum a modo de nota al pie. Y es que acabo de advertir algo que, en retrospectiva, parece demasiado obvio, y es el hecho de que el capítulo del que está tomada la cita del libro de González se llama "Cartas peronistas". Y, como ya habrán advertido los lectores, seguramente mucho más perspicaces que yo, el pasaje de Casullo con el que intenté hacer dialogar esa cita es... una carta, precisamente. Y no cualquier carta, sino una que condensa todo el drama del peronismo en unas pocas líneas, urgentes y certeras. Así que yo esperaba encontrar una cita de González que apoyara la tesis de Casullo y terminé por elegir, sin darme cuenta, la cita de Casullo que apoyaba la tesis de González. Por algo a las cartas se las llama correspondencia.

Silvia dijo...

Hay algo más lóser aún: dejarse un comment en elpropio blog disfrazado de lector amable y sorprendido.
Cosas vederes... :)