viernes, 22 de enero de 2010

bajo un manto de neblina


El número de febrero de la revista británica Gramophone incluye un Top Ten de los acontecimientos musicales de la década. La lista es innegablemente arbitraria, pero reveladora de algunas cuestiones: el primer lugar lo ocupa la aparición del iPod y de las nuevas tecnologías de descarga de música -y las consiguientes nuevas costumbres del público melómano-. Está (¡en segundo lugar!) la consolidación de El Sistema venezolano y su alumno-estrella Gustavo Dudamel. El tercer lugar lo ocupa la explosión de la vida cultural China (con Lang Lang como abanderado).

Pero lo que más me interesó fue el "acontecimiento" N° 5, que lleva por título "los nuevos compositores". Para la revista Gramophone (la misma que, entre las mejores grabaciones del último mes, promociona y celebra la Sinfonía "Tolteca" de Philip Glass, que a mí me recuerda a Apocalypto... y la verdad es que no puedo evitar pensar en Glass como un Mel Gibson musical), los "nuevos compositores" que nos ha regalado la última década son tres. Uno es el finlandés Magnus Lindberg -"por sus evocativos paisajes sonoros": y si alguna vez alguien sugirió evitar la palabra "duende" al hablar de Björk, me permito sugerir evitar la palabra "paisaje" cada vez que se habla de un compositor finlandés-; otro es el británico Thomas Adès -"por sus profundas sonoridades"-; y, claro, infaltable: el "argentino-israelí-americano" Osvaldo Golijov, por su "teatralidad y sentimiento".

Pensé inmediatamente en la entrada del blog de Diego Fischerman respecto de la valoración de Golijov a un lado y al otro del Atlántico. Inglaterra, claro, no es Europa. Al respecto, un amigo recordaba que, una vez en Londres, un día de mucha, pero mucha niebla, los diarios habían titulado: "El continente europeo, aislado por la niebla".

Me gustaría extenderme en mayores comentarios, pero mi avión parte en unos minutos.

El "caso-Golijov" continúa abierto.

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