No lo quería decir, pero casi casi lo dijo. Dario Congedo se asomó entre los tambores, el redoblante y los platillos y le agradeció al público por haberse acercado al Anfiteatro Romano de Lecce para escuchar jazz, en una de las últimas noches del verano salentino. Les agradeció, dijo, por reconocer el hecho de que en el Salento hay música más allá de la pizzica. Y es cierto: es casi imposible no escuchar la pizzica o la rondinella al menos una vez por día –y eso si uno no sale mucho de su casa–. Lo que es más raro es encontrarse un cuarteto como este Progetto Nadan tocando gratis en el hermosísimo Anfiteatro Romano de Lecce, una de las últimas noches de verano. Una noche, para más datos, de luna llena y de mucho, pero mucho viento.
Y es que el viento decidió hacer su aparición triunfal en Lecce esa mismísima noche. Se divirtió a su modo, arrebatándoles a los músicos las partituras que con cierto empeño –pero evidentemente poca pericia– habían intentado sujetar a unos atriles que por poco no siguieron a las hojas pentagramadas en su vuelo nocturno. La imagen del contrabajista Marco Bardoscia acurrucado sobre su instrumento, contorsionándose para intentar sujetar las partituras mientras tocaba, motivó un comentario casi paternal de Congedo (Guardatelo, poverino!) y sirvió, además, para demostrar por qué la improvisación es una parte importante del jazz.
Progetto Nadan es un cuarteto comandado por el propio Congedo desde la batería –es, además, el compositor de casi todos los temas–, con Giorgio Distante en trompeta, Raffaele Casarano en saxos y el ya mencionado Marco Bardoscia en contrabajo. Cada uno de los músicos contaba además con su respectiva computadora de la manzanita, con las que se encargaban de generar una serie de recursos musicales que le otorgaban un relieve especial a las composiciones. Por ejemplo, permitiéndole a Bardoscia tocar con el arco mientras seguían sonando el walkin’ que, a modo de passacaglia articulaba la impresionante “Il viaggio dell’eroe”. O permitiéndole a cada solista intentar un dúo consigo mismo en “In appreciation”. Pero, más allá de la capacidad de incorporar nuevas tecnologías sin caer en el frecuente pecado de querer mostrar una suerte de catálogo de efectos de sonido, lo sorprendente de Progetto Nadan es la capacidad que tiene el cuarteto de ir construyendo poco a poco los momentos de climax de cada composición, esos pasajes en los que parece que el viento va a hacer volar todo por los aires, justo antes de que la música retorne a su cauce. En la Argentina, creo haberlo dicho antes en el blog, esa sensación me la produce el quinteto de Fer Isella, a quien seguramente podrán escuchar por estos días en Buenos Aires.
Aquí, en Lecce, los cuatro integrantes de Progetto Nadan sumaron como invitados a William Greco en piano y Carla Casarano en voz para el tema “Luce gialla”. Greco volvió al final, para una versión muy emotiva de la música de Nino Rota que acompaña la escena final de I Clown de Fellini. Curiosamente, o no tanto, mucha gente se retiró del recital justo cuando Congedo atacaba el solo de percusión: en eso, parece que las costumbres son las mismas en todo el mundo.
Puede ser que, a su modo, la elección del escenario para esta música haya sido poéticamente acertada. Del Anfiteatro Romano hoy apenas se ve la superficie, un pequeño pero hermoso porcentaje de lo que fue una construcción monumental de casi 2000 años. A veces pasa lo mismo con la música: uno queda sorprendido por la belleza de un detalle, e intuye que esa pequeña experiencia evoca toda una tradición con la cual se comunica mediante hilos misteriosos e invisibles.
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