Estaba por sentarme a escribir de otra cosa, pero por esas desgracias que suele traer aparejado el zapping, me topé con el Michael Moore argentino, ex-empresario de la prensa gráfica recientemente aterrizado en la competitiva televisión por cable -como el inefable Dr. Marianitus, cuyos pasos parece estar dispuesto a seguir, bien que en clave desfachatada, alejada de los latinismos- lanzando ironías contra la prosa de Horacio González.
Parece que a Horacio González "no se le entiende un carajo", lo cual, aparentemente, es un defecto del Director de la Biblioteca Nacional, y no un problema de algunos personajes que, demasiado acostumbrados al reducido vocabulario del teatro de revistas, no pueden asimilar oraciones con proposiciones subordinadas y alguna que otra cita velada que -justo es reconocerlo- exige tener algún conocimiento, por mínimo que fuere, de ciertos textos fundamentales de la literatura argentina.
Ahora bien, no se trata de hacer una defensa de Horacio González, y menos en un blog, que como todo el mundo sabe, es el escalón más bajo de la cadena comunicacional, apenas por encima de la señal de humo. Pero sí me parece necesario hacer la siguiente salvedad. Cuando González escribe lo que escribe, ¿quién es su interlocutor? Es decir, ¿para quién está escribiendo? ¿No será que la circulación de esos textos exige un público medianamente al tanto de los supuestos básicos que permiten comprender el texto en cuestión? Digo esto porque la crítica cae entonces en saco roto: nada tiene que hacer ahí la inteligencia, un concepto que con cierta irresponsabilidad deslizó Lanata (¿se entendió que en el primer párrafo estaba hablando de Lanata?). Sin ir más lejos, si alguno de nosotros escuchara un tema hip-hopero de Fuerte Apache, no entendería nada. No porque los compositores del tema sean más o menos inteligentes que uno, sino por el sencillo hecho de que son otros los marcos conceptuales en los que cada uno de esos discursos -por caso, un libro de González, una canción de Fuerte Apache- circula.
Pero claro, estos tardíos descubridores de las virtudes republicanas creen, como cierto candidato presidencial del radicalismo con afiliación peronista (¡mientras el partido centenario expulsaba al Cleto!), que la forma de comunicarse con el pueblo es publicando una solicitada en Clarín y La Nazión. Pero hete aquí que los diarios, incluso los de circulación masiva, no tienen la llegada universal que sus editores y su comunidad de lectores creen que tienen. O sea: hay mucha, pero mucha gente que no lee los diarios. En todo caso, parece bastante claro que cuando se publica algo en un diario, se supone que deben entenderlo... los que leen el diario; no aquellos que no lo hacen. ¿Hace falta decirlo otra vez? Yo no entendería un pomo de un paper de química inorgánica, pero en teoría, el universo está organizado de modo tal que ese paper y yo nunca nos crucemos, y que todo aquel en cuyo camino se cruce ese paper esté en condiciones de entenderlo.
Pero claro, estos tardíos descubridores de las virtudes republicanas creen, como cierto candidato presidencial del radicalismo con afiliación peronista (¡mientras el partido centenario expulsaba al Cleto!), que la forma de comunicarse con el pueblo es publicando una solicitada en Clarín y La Nazión. Pero hete aquí que los diarios, incluso los de circulación masiva, no tienen la llegada universal que sus editores y su comunidad de lectores creen que tienen. O sea: hay mucha, pero mucha gente que no lee los diarios. En todo caso, parece bastante claro que cuando se publica algo en un diario, se supone que deben entenderlo... los que leen el diario; no aquellos que no lo hacen. ¿Hace falta decirlo otra vez? Yo no entendería un pomo de un paper de química inorgánica, pero en teoría, el universo está organizado de modo tal que ese paper y yo nunca nos crucemos, y que todo aquel en cuyo camino se cruce ese paper esté en condiciones de entenderlo.
O sea: González escribe mucho mejor que la mayoría de los intelectuales que conozco, y es clarísimo (y riquísimo) cuando escribe. Me animo a sugerir que, si alguien lo superaba en capacidad de análisis y claridad de exposición era el recordado Nicolás Casullo, a quien le hemos dedicado en este blog más de una entrada. Así que, Lanata, si no lo entendés a González, el problema es más tuyo que del querido Pepe Morsa.
Y a otra cosa.
Porque, ya lo dije, yo quería hablar de otra cosa. Por eso mencioné a la banda Fuerte Apache, teloneros de los mexicanos Molotov. De eso quería hablar. De Molotov y de ciertas características de los conciertos de música contemporánea. (¿"Gimme the power" y Gerard Grisey en el mismo post? Bueno, venimos de Andrés Caicedo y Richard Wagner, así que...)
Pero bueno, lo dejo para la próxima entrada, porque esta ya quedó bastante extensa. No vaya a ser que la lea el Dr. Jookiba y no entienda nada.
2 comentarios:
Hola Gus!
qué gusto tu visita!
Ante todo, un a maravilla este último editorial.
En cuanto a tu pregunta,el señor al que te referís es Edward Gorey (lo que son las casualidades: justo el amigo que dejó un mensaje antes que vos lo menciona).
El libro se llama "the gashlycrumb tinies", o en español "los pequeñines macabros" (según traduce la editorial Valdemar).
No se si se consigue el,libro solo pero sí viene en una recopilación que se llama "amphigorey" de dicha editorial.
Fijate en si lo conseguís en Entelequia (talcahuano y lavalle, sobre talcahuano).
Abrazo
N
Muchachos de casualidad llegué a este blog, les envié un mail.
Saludos
Gabriel de Dialéctica
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