El Petiso en curda provenía de las bocacalles nocturnas del Abasto. De una oscuridad sin reposeras ni banquitos a esa hora en las puertas de los zaguanes. Los árboles altos y frondosos le sumaban sombra al contorno de su humanidad. Lo anunciaba un rechinar de las ramas en el desfiladero otoñal de Lavalle. Barrio clasemediero de herencia tana, casas de bajos y altos, algunos propietarios de autos, varias sirvientas entrerrianas como en mi casa, changadores tucumanos en plena madrugada, y adentro, en la cantina, el varón del tango que bajaba de su coche recién a las diez de la noche con otros dos tipos. Aunque eso era adentro, siempre igual junto al mostrador, la tarima y el micrófono con el guitarrista al lado. Nada que ver con la esquina de enfrente haciendo ángulo: nada que ver con nosotros sobre baldosas marcadas, conocidas, parientes. Un poco más adelante, carros y chatas en hilera interminable y esos bultos agazapados con camisetas de frisa cargando los cachos de bananas hasta los agujeros de los sótanos. Silbidos sin señas, viento ululando contra las paredes gigantes del mercado de las que nadie supo jamás que eran artdecó ni preguntó nunca por sus formas curvas, vidrios en cuadriculado, figuras antiguas. No había todavía fotos sepia de ellos mismos trabajando, ni ellos imaginaban esa escena detenida en otro siglo XXI venidero sobre las paredes de un shopping.
Así, con esa intensidad, y también con esa música, arranca Nicolás Casullo su libro más reciente, Peronismo. Militancia y crítica (1973-2008), editado en estos días por Colihue. La cita viene a cuento en el blog de estudio de noche por varias razones:
En primer lugar, porque es un párrafo de esos que uno lee y enseguida quiere compartir. Así que lo compartimos, porque sí. En segundo lugar porque su autor es, sin lugar a dudas, una de las voces imprescindibles a la hora de emprender una de las tareas más arduas de estos tiempos: intentar entender el mundo que nos rodea, o por lo menos esa porción de mundo al que llamamos "Argentina" (lean, si no me creen, Las cuestiones, un libro fundamental que Casullo editó en el Fondo de Cultura el año pasado). Y en tercer lugar, y esto es lo más relevante para este blog, porque funciona como demostración de una de las tesis de estudio de noche: que el análisis de los mitos, la cartografía de los lugares comunes, eso que también se llama "crítica cultural", puede aparecer donde menos se la espera. O, mejor todavía: es necesario forzarla a aparecer allí donde incomoda. O donde se la supone irrelevante, o fuera de contexto. Acaso sea esa también una tarea de los artistas: crear los contextos necesarios para que se abran paso nuevas interpretaciones de lo que nos rodea.
Y hablando de crear contextos y deconstruír mitos, aprovechamos a recomendar el flamante espacio que Marcelo Delgado conduce en Radio Nacional Clásica: O.M.N.I., que además de constituír las siglas de "Objeto Musical No Identificado", también remeda cierto adjetivo latino que alude de algún modo al espíritu del programa: que nadie se quede afuera. Y es que en O.M.N.I. se nos ofrece la posibilidad de desmenuzar algunas obras de la llamada "música contemporánea" para desarmar en el camino unos cuantos de los prejuicios que la rodean, y poder disfrutarla como lo que es: música, de esa de la que se escucha con placer. O.M.N.I. es, además, un programa ideal para matizar la espera hasta el siguiente estudio de noche, porque va los domingos a las 11 de la mañana.
Nuestra próxima cita, el martes.
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