Nuevo paréntesis, esta vez para hacer un breve comentario acerca del Ciclo de Música Contemporánea del Teatro San Martín, que comenzó esta semana.
En nuestra anterior seguidilla de paréntesis, habíamos mencionado en este blog los "momentos Wallace" de los que hablaba Rodrigo Fresán y de la música extraordinaria e inclasificable de Mauricio Kagel. Pues bien, el martes pasado, durante el concierto inaugural del Ciclo, se vivió un verdadero "momento Kagel", y creo que vale la pena dejar constancia de él, habida cuenta de que se trató de un momento fuera de programa.
Ocurre que el concierto del Ensemble Recherche, muy alemanes ellos, estaba dedicado a homenajear a Karlheinz Stockhausen. Entonces, las obras programadas: la cuarta de las Klavierstücke X (es decir, una de las obras relativamente tempranas de Stockhausen) y una de sus últimas composiciones, la séptima hora del inconcluso ciclo Klang, diseñado para veinticuatro piezas, una para cada hora del día, de las Stockhausen llegó a componer veintiuna.
Entre ambas obras, se anunciaba el extraordinario Trio fluido de Helmut Lachenmann, como para incorporar otra voz al programa y ofrecer algo así como un balance o un contraste con lo que de otro modo se podría haber convertido en un concierto monográfico de Stockhausen. Y una cosa es que en Estados Unidos se elija a un presidente de ascendencia afroamericana (más sobre esto en la próxima entrada), pero abrir un ciclo de conciertos sólo con obras de Stockhausen no parece ser algo que este universo esté en condiciones de consentir, al menos por el momento. Por otra parte, y tratándose de un notable conjunto como el Recherche, es probable que haya habido algo de orgullo nacional teutón también allí, como si dijeran: "miren que no sólo teníamos a Stockhausen; nos queda también Lachenmann, que hasta puede ser considerado, en algunos aspectos, nuestro más grande compositor."
Y entonces apareció el espectro de Kagel. A carcajada limpia, como la que marca su MM51 para piano y metrónomo, banda de sonido para su película homónima que incluye fragmentos cuidadosamente seleccionados del Nosferatu de Murnau. Como diciendo, "¡¿Cómo?! ¿No había dicho John Cage que el más grande compositor alemán era yo, un argentino?"
Natürlich, Kagel.
Por otra parte, el merecido, emocionante y musicalmente perfecto homenaje a Kagel que el Ensemble Recherche ofreció el martes pasado sólo podía ser así: por sorpresa, como una brisa de 111 ciclistas atravesando las calles de Buenos Aires en noventa segundos.
Como la sombra de un vampiro, ahí, en la puerta.
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